sábado, 10 de mayo de 2014

Ironman 3 (Shane Black 2013): Tony Starks se pone sensible...

                                 


En la catarata de películas sobre superhéroes, parecerse dado una escisión entre la mirada del superhéroe de Marvel y el superhéroe de Dc. Si DC trata de darle una trasfondo psicológico a sus personajes, Marvel los libera de toda culpa. Tony Stark es una especie de estrella rebelde que se pasea con mujeres en su mansión, que juega con sus juguetitos como un niño rico y tiene la novia tonta que le perdona todo. Todo ante la mirada aprovatoria que posee una estrella de rock o ciertos estereotipos de Hollywood. En Batman Inicia, Cristian Bale utilizaba una vida frivola para ocultar su verdadero yo, para Ironman es su verdadero yo.


El giro que presenta la mirada de Shane Black, es precisamente el intento de sacarlo de ese lugar común del cinico rebelde, para darle un cierto quiebre psicológico que no estaba en las dos entregas anteriores de Favreu, en las que Tony Stark largaba todo el tiempo una chorrera de chistes fáciles ante cada intervención. ¿Pero es simplemente la idea conservadora de un rebelde que asienta cabeza,o es un intento de darle una profundidad psicológica y sacar del caparazón a un un personaje frivolo? Hay otra aspecto llamativo y es la incomodidad de el personaje y su traje. Este parece romperse y salirse de su cuerpo ante el menor ataque de una forma reiterativa, hay ya una fragilidad contraria al disfrute y el juego de las anteriores entregas. Ya Ironman no es irrompible, su coraza ya no lo protege del mundo exterior.


David Foster Wallace remarcaba que la ironía en la cultura Norteamericana había dejado de ser desafiante del Establishment, para convertirse en Establishment. Según Wallace, la ironía fue carcomiendo de a poco los cimientos de la cultura, para llevarla a un punto en que cualquiera que se compremetiera fuertemente con algo podía ser tildado de nazi. La ironía de la que habla Wallace no es la ironía con la que Marvel trata de alejarse del poder blanco de Hollywood, esa ironía funciona. El mandarín lejos de ser el temido Talibán que parece ser es un producto fabricado para producir miedo. La excusa perfecta para la intervención. La analogía con Afgasnistán es muy obvia. Lástima que el mensaje llega tarde.