domingo, 20 de noviembre de 2011

Dr Parnassus (Terry Gilliam, 2009) Más allá del bien y del mal




Una novela es un espejo: todo el mundo lo dice ¿Pero que es leer una novela? Yo creo que es lanzarse a través del espejo.

Jean Paul Sartre

Así, de manera violenta,  como los asistentes de Parnassus introducen a su público a través del espejo, Terry Gilliam nos introduce en su película. El primer personaje es un borracho típico de los pubs londinenses, su cara grotesca remite al mal en persona, el deber de Parnassus es purificar su alma. Cuando está por lograrlo, dentro de su mente, aparece Mr Nick para disputarla, una representación del diablo interpretado magistralmente por Tom Waits. Entonces ya sabemos de que va el juego, Parnasuss y Mr Nick representan una lucha milenaria entre el bien y el mal. Pero el film de Terry Gilliam está lejos de tener la retórica del cine fantástico convencional,. A medida que transcurre la película surgen otros interrogantes, Gilliam construye un engaño, los personajes van mostrando su verdadera cara; ¿Es tan malo Mr Nick? ¿Es tan buen el dr Parnassus? ¿Y su inocente hija?

Todas estas cuestiones hacen que de a poco la película pierda mirada épica que suponía del principio, Gilliam logra así salir de la eterna lucha entre el bien y el mal, para adentrarse en los terrenos más fangosos y placenteros. En todo caso, la lucha que se nos representan está enmarcada en una mirada actual, más aggiornada. Mr Nick representa de algún modo el consumismo, el miedo, la sumisión. Parnassus, por el otro lado la liberación humana de las posesiones terrenales, religiones. En este contexto, hay guiños hacía el budismo, las teorías hippies de la liberación de la mente. Pero ni siquiera el mismo Parnassus se salva de la mirada aguda de Gilliam. Realmente logra liberar las almas humanas, ¿O es solo un mero truco para quedarse con sus posesiones? Head Ledger parece todavía arrastrar el personaje del guasón, pero igualmente logra otra interpretación hipnótica y convincente. Jhonny Deep, Jude Law, Colin Farrell, en su reemplazo, completan una línea de tres soberbia.

Quizá por momentos los efectos parezcan algo añejos con la espectacularidad que se ve hoy en día. Y los mejores momentos se vean en el mundo real, y no tanto en el imaginario. Pero es un precio que Gilliam está dispuesto a pagar a cambio de una obra fuera de los lugares comunes, y la corrección política que acecha en el cine contemporáneo. 

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